Los electores portugueses apoyaron el programa propuesto por
Sócrates, quien dijo durante su campaña que era necesaria la
mayoría absoluta para formar un Gobierno de izquierda moderada y
aplicar un programa capaz de relanzar el crecimiento económico, de
luchar contra el paro y la pobreza, sobre todo de los ancianos, y
de originar un «choque» tecnológico.
El gran derrotado de la noche electoral fue el Partido Social
Demócrata (PSD), liderado por el aún primer ministro Pedro Santana
Lopes, que guarda silencio y cuya dimisión ya han comenzado a
exigir algunos de sus correligionarios.
Sin embargo, su predecesor, el ahora presidente de la Comisión
Europea, José M. Durao Barroso, telefoneó a Sócrates desde Londres,
donde se encuentra con objeto de preparar la próxima Presidencia
europea con Tony Blair, para felicitarle y a Santana Lopes para
expresarle su solidaridad.
Sócrates superó las previsiones más optimistas de los sondeos
publicados en los últimos días de campaña, que ponían en duda la
mayoría absoluta, y convenció a gran número de ciudadanos para que
votaran por su opción de izquierda moderada, después de tres años
de crisis generalizada y de desmoralización ciudadana.
Santana Lopes no recibió el apoyo por el que clamó hasta última
hora a los indecisos, que no perdonaron sus cuatro meses en el
poder y que concluyeron en diciembre, cuando el presidente Jorge
Sampaio decidió disolver la Asamblea de la República (parlamento
unicameral) por las muestras de inestabilidad del Gobierno. En su
caída, el PSD arrastró a su socio en la coalición de Gobierno, el
conservador Partido Popular (CDS-PP), que se quedó a gran distancia
del diez por ciento al que aspiraba para frenar a los
socialistas.
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