George W. Bush, en el momento de jurar su cargo como presidente de Estados Unidos, junto a su esposa Laura y sus dos hijas, Jenna y Barbara (a la derecha de la fotografía.

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El presidente George W. Bush afirmó ayer, tras jurar para un segundo mandato de cuatro años, que la tarea primordial de Estados Unidos es ampliar la libertad en el mundo para mejorar su propia seguridad. Bush hizo de la consecución de la libertad en todo el mundo el eje de su discurso de investidura en la escalinata del Capitolio, pero con referencias severas a los enemigos de EEUU o a quienes no compartan ese objetivo.

«Vamos a clarificar continuamente la opción a cada gobernante en cada país: la elección moral entre opresión... y libertad», aseguró en una intervención que recordó -aunque sin mencionarlos- a las invasiones de EEUU en Irak y Afganistán. «Vamos a promover la reforma en otros gobiernos dejando claro que el éxito en nuestras relaciones requerirá un trato decente de sus propios pueblos», advirtió.

Bush comenzó recordando los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, «un día de fuego», y añadió que su deber «no está definido por las palabras que uso, sino por la historia que hemos visto juntos». A partir de ahí recalcó: «la supervivencia de la libertad en nuestra tierra depende cada vez más del éxito de la libertad en otras tierras».

«La mejor esperanza para la paz en nuestro mundo reside en la expansión de la libertad en todo el planeta», afirmó Bush ante una audiencia de más de 750.000 personas, entre ellas tres de los cuatro ex-presidentes vivos de EEUU: Bill Clinton, George Bush y Jimmy Carter. El delicado estado de salud de Gerald Ford, que tiene 91 años, no le permitió acudir. Al acto asistieron unos 200.000 invitados, entre ellos Ana Botella, esposa del ex presidente español José María Aznar, y su hija.

«Mientras haya regiones enteras del mundo fermentando resentimiento y tiranía... la violencia se concentrará y multiplicará su poder destructivo», añadió. Bush centró su discurso en recalcar que la mejora de la seguridad mundial depende de que la libertad impere en los lugares donde ahora hay tiranías o ideologías basadas en el odio. Aunque pareció buscar aires de Kennedy con su defensa de la libertad innata del hombre y la apelación a la contribución de los ciudadanos, la intervención acabó teniendo un tono más desafiante, al insistir en que los objetivos de Estados Unidos son legítimos y los demás países deben unirse en torno suyo. También destacó que no dudará en usar la fuerza. La búsqueda de la libertad y la seguridad «no es principalmente una tarea para las armas, pero nos defenderemos, y defenderemos también a nuestros amigos cuando sea necesario», señaló.