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JAIME CASTILLO-ROMA
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, no pudo celebrar ayer como pensaba su absolución del último caso de corrupción, al conocer la condena a nueve años de prisión por asociación mafiosa de uno de sus más estrechos colaboradores, el senador de Forza Italia Marcello Dell'Utri.

A este estrecho colaborador, que siempre coloca al hoy primer ministro en el centro de su vida, se le atribuye un papel decisivo a la hora de empujar a su jefe a desembarcar en la vida política en una famosa reunión de directivos de Fininvest el 10 de julio de 1993.

En la víspera de esta sentencia, Berlusconi dijo que ponía las dos manos en el fuego por su amigo Dell'Utri, a quien el Tribunal de Palermo que le ha juzgado considera nexo de unión durante 30 años entre la Mafia siciliana y el mundo político y financiero de Milán.

De esa sociedad milanesa forma parte Silvio Berlusconi y su grupo empresarial Fininvest, en el que el senador condenado ocupó altos cargos como el de presidente y consejero delegado de Publitalia.

Marcello Dell'Utri, palermitano de 63 años, unió sus destinos a los de Berlusconi en 1974, cuando se trasladó a Milán para trabajar con él, primero en el negocio de la construcción, luego en el de la comunicación y más tarde en la política.

Berlusconi le ha pagado habitualmente con la misma moneda, hasta el punto de hacerle entrar la semana pasada, en pleno aprieto judicial, en la dirección de Forza Italia para relanzar el partido.

Todas estas vinculaciones planean sobre la sentencia hecha pública ayer, por la que también se condena a siete años de cárcel al otro imputado en el proceso, el presunto jefe mafioso Gaetano Cina, considerado el enlace de Dell'Utri con Cosa Nostra.

El Tribunal de Palermo presidido por Leonardo Guarnotta ha hecho suyas las tesis de la Fiscalía, que pidió para el senador once años de prisión e inhabilitación a perpetuidad para cargo público, tras seis años de debates y 256 audiencias. La sentencia fue calificada ayer de ejemplar por varias de las asociaciones juristas italianas.

Los fiscales sostienen que «capos» de la Mafia siciliana le han ayudado a cambio de sus servicios como «embajador de Cosa Nostra en Milán».

Entre las imputaciones que el ministerio público hace al condenado figura la «contratación» en 1974 para trabajar en la villa milanesa de Berlusconi del mafioso Vittorio Mangano con el fin de protegerle de posibles extorsiones o secuestros por parte de la organización criminal.