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ORLANDO LIZAMA-WASHINGTON
La recomposición del gabinete del presidente de EEUU, George W. Bush, ha sufrido un duro golpe tras la abrupta renuncia del ex jefe de la policía de Nueva York Bernard Kerik a ocupar el cargo de secretario de Seguridad Nacional. La decisión de Kerik se dio a conocer en la madrugada de ayer después de que medios de información revelaran problemas que habrían puesto en tela de juicio su confirmación en el cargo durante las audiencias del Senado.

Añadieron que la renuncia se produjo cuando todavía Kerik no había presentado la declaración rutinaria de ingresos en las que debía informar sobre su situación financiera y sus deudas antes de ocupar un cargo oficial.

Según esos medios, Kerik, de 49 años, fue miembro de la junta de directores de una empresa dedicada a la fabricación de pistolas paralizantes (stun-guns), lo cual constituye un conflicto de intereses. Esas pistolas habrían sido vendidas precisamente al Departamento de Seguridad Nacional en una operación que habrían significado jugosas ganancias a Kerik.

Además, el diario «The New York Times» reveló que hace dos años tuvo que pagar una multa por utilizar a un policía y dos detectives para investigar datos que necesitaba para su autobiografía.

Fuentes oficiales citadas por canales de televisión indicaron que la decisión de Kerik de renunciar al cargo que le ofreció el presidente George W. Bush, ha causado estupor entre las más altas autoridades del Departamento de Seguridad Nacional.

Tampoco se había completado la investigación que debe realizar la Oficina de Investigaciones Federales (FBI) sobre los antecedentes de candidatos a ocupar cargos de alto rango en el Gobierno. En una carta a Bush, Kerik le comunicó su decisión y le agradeció la confianza que había puesto en él.