Una mujer reza junto al féretro del fiscal Danilo Anderson.

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El miedo a la violencia política volvió ayer a resurgir con fuerza en Venezuela a raíz del asesinato en un atentado del fiscal Danilo Anderson, encargado de los procesos contra quienes presuntamente respaldaron el golpe de Estado contra Hugo Chávez de 2002.

Anderson, amenazado de muerte en varias ocasiones, ya había sido agredido por unos desconocidos a mediados de octubre pasado, cuando hacía unas compras en un conocido centro comercial caraqueño, pero pudo escapar ileso.

Anderson, de 38 años, dirigía las investigaciones que en las últimas semanas abrió la Fiscalía sobre la implicación de unos 400 opositores en la asonada cívico militar que el 11 de abril de 2002 derrocó durante 48 horas al presidente Hugo Chávez.

Lideres gubernamentales y opositores hicieron llamamientos a la calma y condenaron de forma unánime el atentado que costó la vida al fiscal cuando una potente explosión destrozó el vehículo que conducía por las calles de Caracas. La confirmación oficial de la identidad de la víctima se postergó varias horas debido a que el cadáver quedó completamente calcinado.

El asesinato del fiscal ha puesto fin a un aparente periodo de calma en Venezuela, después de más de dos años de violenta confrontación social y política entre seguidores y adversarios de Chávez que causaron más de una decena de muertos y cientos de heridos.

El pasado año, dos bombas explotaron frente a delegaciones diplomáticas españolas y colombianas en la capital venezolana sin causar víctimas, en otro atentado terrorista del que han sido acusados militares opositores a Chávez que han pedido asilo en EE UU.