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MARÍA PEÑA-FÉNIX
John Kerry es, según los sondeos, el ganador de los tres debates presidenciales celebrados en EEUU pero, para los republicanos, eso será pronto una anécdota porque quedan más de dos semanas de campaña y aún hay un alto número de indecisos. Las primeras encuestas pronostican que el candidato demócrata a la Casa Blanca se ha impuesto en el tercer debate con el presidente George W. Bush, celebrado en las madrugada de ayer en la Universidad de Arizona, en la ciudad de Tempe, con la política interna como tema central.

Ahora, las encuestas muestran un empate técnico, ya que cualquier ventaja de uno u otro candidato es mínima y no supera el margen de error estadístico. Kerry incluso marcha por delante en algunos estados que son realmente decisivos para ganar el Colegio Electoral, como Ohio o Wisconsin, según sondeos divulgados ayer.

Un sondeo del instituto Gallup para la cadena de televisión CNN y el periódico «USA Today» indica que el 52% de los espectadores consideró que Kerry estuvo mejor, mientras que el 39% cree que el triunfador fue Bush. Otra encuesta, entre votantes indecisos y para la cadena CBS, señala que el 39% atribuyó la victoria al senador por Massachusetts, mientras que el 25% cree que fue Bush quien se impuso.

Un tercer sondeo, para la cadena ABC y entre votantes de mayoría republicana, ofrece un resultado más ajustado e indica que el 42% de los consultados declaró vencedor a Kerry, frente al 41% que se inclinó por Bush. La victoria de Kerry en los tres debates electorales, unida a su progresión en las encuestas, se combina con la pérdida de impulso de Bush para crear un panorama totalmente nuevo en la elección presidencial de noviembre.

La mayoría de los comentaristas coincidió también en la victoria de Kerry, quien mostró un mejor uso de los argumentos y las cifras que Bush en cuestiones como desempleo, déficit presupuestario o sanidad. El presidente apareció poco cómodo defendiendo la gestión de su gobierno ante los ataques, y por ello optó por lanzar dardos contra Kerry, con el objetivo de tratar de desacreditar a su rival, sin ofrecer apenas propuestas nuevas.

Kerry precisó con datos y estadísticas las múltiples formas en que, a su juicio, Bush ha descuidado la seguridad interna y los aspectos socioeconómicos. La estrategia de Bush se centró en atacar la trayectoria de Kerry en sus casi 20 años en el Senado. Como en una lección de matemáticas, Bush describió las numerosas veces en que el demócrata votó en contra de diversos proyectos sociales y criticó la «letanía de quejas» de Kerry disfrazada de un plan factible.

En el área de la economía, Kerry recordó a los votantes que, bajo la presidencia de Bush, ha aumentado el costo de la vida, el precio de la gasolina y los gastos de salud, a la vez que han bajado los salarios y la inversión pública. Así, el debate presidencial también dejó plasmadas las diferencias de ambos candidatos sobre cómo reactivar la creación de empleos, la utilidad de los recortes de impuestos y la solución a la escasez de cobertura médica en el país.

Kerry ridiculizó el «sermón» de Bush sobre disciplina fiscal, con el déficit presupuestario en récords consecutivos, y recordó que los recortes de impuestos han favorecido principalmente a los ricos. Sobre la escasez de cobertura médica, Bush dijo que «la letanía de quejas» del demócrata no sustituyen a un verdadero plan para que los trabajadores puedan costear sus gastos médicos.