El pánico se apoderó de los bagdadíes, que están viviendo una auténtica oleada de terror.

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Al menos trece personas murieron ayer por la mañana en Bagdad, entre ellas cinco civiles extranjeros que trabajaban en la reconstrucción del país, al hacer explosión en plena hora punta un coche bomba en el centro de la ciudad. Según fuentes de la coalición, dos ciudadanos norteamericanos, dos británicos y un francés, todos expertos en sector energético, se encuentran entre las víctimas mortales del ataque, que causó heridas de diversa consideración a otras cincuenta personas.

Un edificio de dos plantas que albergaba un hotel, normalmente utilizado por gente de pocos recursos, quedó también destrozado por la fuerza de la honda expansiva. Según un portavoz de la policía iraquí, la carga estaba compuesta por más de quinientos kilogramos de explosivos, y todavía no está claro si el automóvil bomba iba conducido por un suicida o si fue activado a distancia.

El atentado tuvo como escenario Midan Tahrir, uno de los lugares más frecuentados del núcleo urbano y por donde el convoy de tres todoterrenos que era el objetivo de los terroristas transitaba tras haber partido de la llamada Zona Verde, fuertemente defendida y sede de la coalición encabezada por Estados Unidos. Nada más cruzar el puente de Al Jumhuriya o de La República, el convoy trató de dirigirse hacia la avenida Port Said, pero un coche aparcado en la acera saltó por los aires alcanzando de lleno a los tres todoterreno cuando cruzaban por la plaza.

Se trata del segundo coche bomba en Bagdad en las últimas 24 horas tras la explosión de otro el domingo que costó la vida a doce iraquíes en el sur de Bagdad, y coincide con una oleada de asesinatos de carácter político centrada en funcionarios del nuevo Gobierno provisional. El Ejecutivo fue designado para asumir la soberanía del país a partir del próximo día 30, cuando la coalición lleve a cabo el acto de devolución de soberanía al pueblo iraquí.