Bush aseguró en una entrevista a la cadena «Al-Arabiya» que «los iraquíes deben entender que EEUU no se retirará hasta que haya terminado su trabajo.

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EFE-WASHINGTON-BAGDAD
El presidente estadounidense, George W. Bush, intentó ayer calmar la indignación causada en todo el mundo, especialmente en los países árabes, por los «aborrecibles» malos tratos a prisioneros, pero el escándalo sigue extendiéndose. El gobierno de Washington anunció ayer que está investigando otras dos nuevas muertes de detenidos en Irak y Afganistán bajo custodia estadounidense, hasta un total de 14.

«Habrá investigaciones, los responsables serán llevados ante la justicia», aseguró el presidente, quien reiteró que «no tenemos nada que esconder». A pesar del escándalo sobre la situación en la prisión de Abu Gharib, que ha causado un gravísimo daño político a Estados Unidos en Irak y el mundo árabe, el presidente reafirmó su confianza en su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.

Bush capitaneó ayer la ofensiva mediática de su gobierno para tratar de controlar el grave daño político y de imagen para Estados Unidos creado por la divulgación de los malos tratos en la prisión iraquí de Abu Gharib, en las afueras de Bagdad.

El presidente ofreció entrevistas a dos cadenas árabes de televisión, y su consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, concedió otra más, mientras que otros miembros y altos cargos del gobierno se multiplicaron en las pantallas estadounidenses.

Bush dijo a la cadena por satélite Al Arabiya, basada en Qatar, que los malos tratos y torturas en la prisión de Abu Ghraib son «aborrecibles», y aunque afirmó que «no toleramos este tipo de abusos», no pidió disculpas expresas por esos hechos. «Habrá una investigación completa y se hará justicia», aseguró el presidente, quien mostró un tono a la vez severo y amable para pedir la comprensión de los ciudadanos de Irak y otros países árabes, ya que EEUU mantiene que se trata de incidentes aislados protagonizados por unos pocos de sus soldados.

La consejera de Seguridad Nacional también participó en la ofensiva mediática, con otra entrevista televisiva a una cadena árabe en la que sí empleó un tono de disculpa, al asegurar que «lamentamos lo que ocurrió a esa gente y lo que deben estar sintiendo sus familias. No está bien».