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EUROPA PRESS-LONDRES
Los líderes del Partido Laborista, con el primer ministro Tony Blair a la cabeza, recibieron ayer un embarazoso varapalo de las bases del partido, que se pronunció mayoritariamente en contra del proyecto de reforma sanitaria del Gobierno. La votación de la moción de rechazo, presentada por el mayor sindicato británico, Unison, se produjo a mano alzada en el Congreso que el Partido Laborista celebra en la localidad costera de Bournemouth.

No obstante, es poco probable que este rechazo frene los planes de reforma, tras la enardecida defensa realizada ayer por el secretario de Salud, John Reid, y ayer por el primer ministro. Durante su intervención en el Congreso, Reid pidió a los laboristas que apoyaran los planes, que pasan por la conversión de los hospitales públicos en fundaciones, argumentando que un fracaso en reformar los servicios sanitarios sería una «traición» hacia ellos.

El secretario de Estado de Sanidad, John Hutton, aseguró ayer que estas propuestas de privatización son buenas tanto para la seguridad social como para los pacientes, mientras que el ex ministro Frank Dobson pidió al Gobierno que renuncie a estos planes.

Por su parte, el ministro de Sanidad, John Reid, señaló que los planes del partido son los adecuados para «desarrollar sistemas que son revolucionarios para mejorar de forma sustancial el servicio que se ofrece en los hospitales públicos