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La gran estatua del presidente iraquí, Sadam Husein, que se levantaba en la céntrica Plaza Farduss, en Bagdad, frente al hotel Palestina, fue finalmente derribada por un tanque-grúa estadounidense en presencia de decenas de ciudadanos iraquíes, después de que un grupo de civiles subiera al pedestal, colocara cuerdas alrededor del cuello de la estatua e intentara derribarla sin éxito.

La escena, contemplada en directo en todo el mundo, incluyó un simbólico «amordazamiento» de la cabeza de Sadam con una bandera estadounidense, aunque fue momentáneo, pues la enseña de las barras y estrellas fue finalmente reemplazada por una iraquí, posteriormente también retirada.

La estatua, de metal, representaba a Sadam de pie, con el brazo derecho levantado, y se elevaba sobre un pedestal de piedra. Todo el conjunto mide unos 25 metros desde el suelo.

La furia iconoclasta se apoderó del gentío que se había congregado alrededor de la estatua, que se puso a pisotear y golpear la imagen del lider iraquí que yacía por los suelos, consiguiendo arrancarle la cabeza, que golpearon con mazos y zapatillas. La euforia y los bailes contrastaron con los silbidos y actitudes de rechazo de un sector de la población iraqui al ver la imagen de Husein derrocada de su pedestal y literalmente descuartizada en el suelo.