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RAFAEL CAÑAS-WASHINGTON
El plan de estímulo de la economía que prepara el presidente de EEUU, George W. Bush, que ha suscitado duras críticas de la oposición y el escepticismo de los economistas, podría reducir los impuestos en 600.000 millones de dólares en diez años, el doble de lo previsto inicialmente. Bush tiene previsto anunciar el plan el próximo martes en un discurso en Chicago, para intentar revitalizar la economía antes de que empeore más y pueda perjudicar sus posibilidades de reelección en los comicios de 2004. El presidente estadounidense, que sigue de vacaciones en su rancho de Texas, dio su visto bueno el viernes a los puntos más importantes del plan, indicaron ayer fuentes gubernamentales.

Estas medidas han sido objeto de una fuerte disputa interna entre los asesores presidenciales, ya que, por una parte, prima la ideología republicana de reducir los impuestos, incluso a los más ricos, mientras que otros temen que ello pueda dar armas electorales a los demócratas. Y los demócratas ya han comenzado a atacar a Bush en esa dirección. Tom Daschle, que el martes pasará a ser el líder de la minoría demócrata en el Senado, afirmó ayer que el plan «beneficiaría casi exclusivamente a los estadounidenses más ricos».

El plan es un conjunto de rebajas de diversos tipos de impuestos y ayuda a los estados, que atraviesan una grave crisis fiscal, así como la extensión de los beneficios de desempleo. El proyecto, en cuya elaboración ha participado el nuevo asesor económico de la Casa Blanca, Stephen Friedman, será puesto en marcha por el nuevo secretario del Tesoro, John Snow. Las fuentes gubernamentales no quisieron precisar con todo detalle el contenido exacto de las propuestas que presentará Bush en su discurso del martes ante el Club Económico de Chicago.