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GIOVANNA FERULLO-CARACAS
Tras el atentado que causó cinco muertos y 29 heridos, Venezuela vivió ayer pendiente de sendas marchas a favor y en contra del presidente Hugo Chávez, mientras sigue en suspenso el diálogo entre el Gobierno y la oposición. Una multitudinaria marchó «por la paz, la democracia y la defensa de la Constitución» en el oeste de Caracas.

Entretanto, opositores al Gobierno se agrupaban en una sede de la estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) en Chuao, al este de Caracas, para luego caminar «en silencio» hasta la zona pobre de Petare en memoria de los caídos horas antes en la plaza de Altamira. Al menos cinco personas murieron y otras 29 fueron heridas durante un tiroteo en la plaza de Altamira, donde permanece desde el 22 de octubre pasado el grupo de militares rebeldes que exige la renuncia de Chávez a la Presidencia.

La violencia se produjo cuando un número impreciso de pistoleros, según las primeras versiones policiales, arremetió a balazos contra los manifestantes opositores que desde hace más de un mes acuden a la plaza en apoyo a los uniformados rebeldes, sin que se hubiera presentado ningún incidente hasta anoche. La policía ha detenido hasta ahora a siete personas presuntamente relacionadas con el atentado.

El presidente venezolano lamentó «muchísimo» la muerte de cinco manifestantes opositores y pidió a las autoridades policiales investigar «a fondo» el caso. Chávez llamó a los venezolanos a seguir «respondiendo con mesura» a las provocaciones y los supuestos llamamientos a la violencia, y abogó por la reanudación de las negociaciones entre su Gobierno y la oposición para buscar una salida electoral a la crisis nacional.