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JESÚS COLMENARES-MOSCÚ El Kremlin dio a entender hoy que aceptará a regañadientes el «pase Kaliningrado», pero advirtió a la Unión Europea (UE) contra lo que llamó Muro Schengen, como supuesto nuevo Muro de Berlín que levante otra vez líneas divisorias en Europa. Al menos cuatro altos cargos rusos destacaron más lo que une a la UE y a Moscú que lo que los separa, y confiaron en que la cumbre de hoy en Bruselas ayudará a «vertebrar» sus relaciones.

El tono de todos ellos rebajó el nivel de irritación exhibido en los últimos meses sobre Kaliningrado y puso el acento en la «nueva imagen de Europa» con la ampliación de la UE y la «aceleración» de la «asociación estratégica» con Rusia.

Este nuevo enfoque de distensión para catapultar un diálogo más «pragmático y dinámico» invocó la reciente crisis de los rehenes en Moscú que, según el Ministerio ruso de Exteriores, «ha dejado huella en la agenda» bilateral. La «jerarquía de prioridades» ahora comienza con la cooperación en la lucha contra el terrorismo en Chechenia, de cuyo éxito depende en buena medida esa «nueva imagen de Europa».

En víspera de la décima cumbre UE-Rusia, la página oficial en Internet del Ministerio de Exteriores divulgó unas declaraciones conciliadoras que, por primera vez, reconocieron que el contencioso sobre el enclave ruso en el mar Báltico es «de tránsito». Con 15.100 kilómetros cuadrados y 947.000 habitantes, la antigua Prusia occidental alemana, anexionada por la URSS al final de la II Guerra Mundial, quedará encajonada entre Lituania y Polonia tras la prevista ampliación de la UE.