Los terroristas aparecieron ayer en la televisión rusa por primera vez. Foto: EPA.

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Los secuestradores chechenes que asaltaron un teatro moscovita el miércoles amenazaron ayer con comenzar a matar a los 800 rehenes, primero esta mañana y más tarde desde ayer, si el Kremlin no cumple su demanda de poner fin a la guerra de Chechenia. En medio de un palpable aire de pesimismo y 48 horas después de iniciarse la crisis, el presidente ruso Vladímir Putin reconoció que la situación «es muy grave», aunque aseguró que la «única tarea es ayudar a la gente a conservar su vida».

Pero pese al ultimátum terrorista y a las acusaciones en cadena del Kremlin contra el presidente chechén deslegitimado por Moscú, Aslán Masjádov, como presunto organizador del secuestro, las negociaciones para liberar a los rehenes continuaron a ritmo frenético. El director del Servicio Federal de Seguridad (FSB), Nikolái Pátrushev, dijo, tras reunirse con Putin, que si los rehenes quedan libres, el Kremlin garantizaba la vida de los secuestradores. Otros datos de la crisis fueron más favorables, como la liberación de ochos niños y siete adultos, y cuatro más por la tarde, y el acuerdo alcanzado con los rebeldes para llevar alimentos y agua a los rehenes.

Los embajadores de la Unión Europea en Moscú organizaron turnos de guardia para mantener una presencia solidaria permanente e ininterrumpida en el «centro de crisis» junto al mando operativo montado al lado del teatro Dubrovka por las autoridades rusas. También hubo varios síntomas más de la gravedad de la situación al anochecer del tercer día de la crisis, como el fracaso por segundo día consecutivo en la liberación de los 75 rehenes extranjeros, pese a estar acordada.

Las condiciones sanitarias dentro del teatro se agravaron y aparecieron las primeras persecuciones de civiles chechenes en otras partes de Rusia. Anna Andrianova, una rehén que se comunicó con la prensa local, dijo que «la situación cada vez es más tensa y hay un presentimiento creciente de que va a pasar algo malo». Docenas de policías de otros países, entre ellos Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña y España, comenzaron a llegar hoy a Moscú para ayudar a Rusia a resolver la crisis.