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TAGUIR SALÀYEV-NAZRÀN Los separatistas chechenes extendieron ayer las llamas de la guerra contra el ejército ruso a la vecina República Ingush con una audaz incursión propiciada, según Moscú, por «ciertas fuerzas» de la Georgia ex soviética. Según fuentes de ambos bandos, más de cien combatientes islámicos y soldados federales perecieron durante la jornada, después de que entre 150 y 300 guerrilleros asaltaran en la mañana el poblado ingush de Galashki, a unos 15 kilómetros de Chechenia.

El ejército ruso empleó aviación, artillería, tropas acorazadas, unidades de paracaidistas y fuerzas especiales para cercar y perseguir a los guerrilleros cuando, tras horas de combates, se disiparon y retrocedieron hacia Chechenia. Durante el combate los rebeldes abatieron un helicóptero artillado MI-24, cuyos tres tripulantes murieron, y siete carros blindados rusos.

Ante la gravedad de la situación, el general Anatoli Kvashnin, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, tomó el mando directo de la «operación antiterrorista», y el Kremlin asumió la cobertura informativa. El general Valeri Guerásimov, comandante del 58 ejército federal cuyas tropas participaron en el combate, informó ayer por la tarde que unos 80 guerrilleros fueron muertos, contra siete bajas que él admitió en sus filas y que otras fuentes rusas elevaron a «al menos 17 muertos».