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NACHO SEVILLA-NUEVA YORK El presidente estadounidense, George Bush, reiteró ayer desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU, en el día de la inauguración de su 57 sesión, las amenazas pronunciadas contra Irak durante las últimas semanas: o bien el régimen de Sadam Husein se aviene a cumplir con las resoluciones de la ONU, o bien Washington actuará, con o sin la autorización del Consejo de Seguridad. Para reforzar sus argumentos, Bush añadió que Bagdad podría disponer de armas nucleares en un plazo de un año, y que ha acogido en su territorio a activistas de la red Al Qaeda de Osama bin Laden, responsable de los atentados del 11-S.

«Las resoluciones del Consejo de Seguridad deben ser respetadas y las justas demandas de paz y seguridad cumplidas, o la actuación será inevitable», afirmó el presidente Bush sin precisar qué tipo de «actuación» contempla su Gobierno.

Bush afirmó que Estados Unidos tiene la intención de trabajar con el Consejo de Seguridad para elaborar una nueva «resolución» que obligue a Irak a aceptar de nuevo a los inspectores internacionales de desarme "que salieron del país en diciembre de 1998", pero que en cualquier caso se hará justicia.

Durante su discurso, Bush desgranó la serie de ofensas cometidas por Irak al no cumplir ninguna de las resoluciones del Consejo de Seguridad ni sus compromisos para concluir la guerra. Asimismo, explicó que Sadam Husein viola sistemáticamente los Derechos Humanos de su pueblo «y es el único responsable del hambre» en su país, al haber malversado los fondos del programa 'petróleo a cambio de alimentos' para conseguir tecnología militar. «Hemos sido más que pacientes "afirmó", pero Sadam ha desafiado todos los esfuerzos», y ha aprovechado los cuatro años de ausencia de los inspectores para «fabricar y probar» nuevas armas.

Bush estableció una serie de condiciones que Bagdad debe cumplir «si quiere la paz», apoyándolas todas en resoluciones del Consejo de Seguridad: la destrucción de armas de destrucción masiva, el cese de apoyo al terrorismo, el fin de las persecuciones de las minorías, la liberación de los prisioneros de la Guerra del Golfo, la devolución de lo robado en Kuwait y la asunción de los costes de esa guerra, y el cese del comercio ilícito de petróleo fuera del citado programa de la ONU.