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EFE-LA HAYA La acusación del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) sufrió ayer un fuerte revés al ver cómo uno de sus testigos clave respaldaba los argumentos del ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic. Interrogado por el acusado, Radomir Markovic, antiguo jefe de la seguridad del Estado serbio, negó que hubiera ningún plan de «limpieza étnica», dijo desconocer orden alguna que «obligara a expulsar a los albanokosovares» y aseguró no saber de ningún informe sobre crímenes cometidos por soldados o policías serbios.

Mirando a la cara a Milosevic, que le llamaba por su nombre de pila mientras le interrogaba, Markovic declaró que había órdenes concretas para proteger a la población civil, «no para matarla». Con todo, el testimonio del antiguo jefe de la seguridad dejó dudas sobre su credibilidad ya que se dirigió a Milosevic en todo momento con el título de «Presidente» en muestra de la relación de subordinación que siente frente a él. «Nos dijo muchas veces que se tratara a los prisioneros, incluso a los terroristas, respetando el derecho internacional y la convención de Ginebra», testificó el ex jefe de las fuerzas de seguridad.

Aseguró que los albanokosovares que en 1999 salían hacía Macedonia y Albania huían de los bombardeos de la OTAN y que desde el Gobierno se hizo todo «cuando se pudo para detener aquel flujo, garantizarles la seguridad y ayudar a los heridos».