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M. VENDRELL-NUEVA YORK Los bomberos y los equipos médicos que el pasado 11 de septiembre se apresuraron hacia el World Trade Center para salvar vidas y participar en las labores de rescate dijeron ayer adiós a la «zona cero», conscientes de que todo lo que han visto y vivido quedará en su memoria. Durante ocho meses y medio, el personal de todas las agencias estatales y locales que trabajaron en el lugar del desastre levantaron los escombros y trataron de encontrar los restos de quienes murieron ese trágico día.

El proceso de desescombro no sólo no excedió el presupuesto, sino que terminó tres meses antes de lo previsto sin que ningún trabajador sufriera heridas graves, a pesar de las millones de horas de trabajo invertidas. «Mucha gente piensa que hemos ido muy deprisa, pero para nosotros el tiempo se nos hizo muy largo», manifestó Tom Dougherty, empleado del sindicato Local 608, contratado para limpiar el terreno que ocuparon las Torres Gemelas.

Después de jornadas ininterrumpidas de 24 horas, estas personas se despiden del que fue su lugar de trabajo durante meses. Con la solemne ceremonia de despedida celebrada ayer, el gigantesco agujero que queda tras la desaparición de las Torres Gemelas simboliza un momento trágico de la historia de esta ciudad, pero también un nuevo comienzo.