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FRANCE PRESSE-WASHINGTON Estados Unidos realizó con éxito la madrugada del viernes al sábado una nueva prueba antimisiles sobre el Pacífico, la cuarta consecutiva tras los últimos seis ensayos, en el marco del proyecto del controvertido escudo antimisiles, según anunció la portavoz del Pentágono Cheryl Irwin. La quinta prueba, realizada en diciembre pasado, también tuvo éxito. Los dos primeros intentos habían fracasado. La prueba del viernes, más compleja que las anteriores, tuvo un coste de unos 100 millones de dólares (unos 115 millones de euros) La intercepción tuvo lugar a las 03:41 hora española de ayer, precisó la portavoz. El misil intercontinental, que llevaba una falsa ojiva nuclear, fue lanzado a las 03:11 hora española, según indicó la misma fuente.

Un interceptor situado en el atolón Kwajalein, en las islas Marshall, fue lanzado 20 minutos después en un intento de interceptar la falsa cabeza nuclear en el espacio, añadió. El misil intercontinental modificado había sido lanzado desde la base aérea de Vandenberg, en California, transportando una ojiva falsa y tres señuelos en lugar de uno, como se hizo la última vez. Un artefacto liberado por el interceptor dispuso de unos 10 minutos para localizar la cabeza ficticia y destruirla. Este aparato tenía que escoger la cabeza ficticia sin preocuparse de los tres señuelos.

«Todo lo que vamos a hacer, añadiendo señuelos, será agregar un poco de complejidad a lo que verá el aparato, con el fin de aumentar los datos de qué es necesario para realizar una distinción», declaró antes del lanzamiento el coronel Rick Lehner, portavoz de la Agencia Balística del Pentágono. Un experto de la Unión de Científicos Comprometidos, Stephen Young, estimó que los señuelos, apropiados para una etapa poco avanzada del programa, no mejorarían el realismo de la prueba. «Sin duda, irán aumentando la complejidad de la prueba añadiendo cada vez más señuelos, pero estos señuelos adicionales no aumentarán la dificultad del trabajo de distinción», afirmó antes del ensayo.

Un enemigo, en caso de verdadera agresión, multiplicaría los señuelos para despistar a las defensas estadounidenses, y los límites de esas pruebas en relación a una verdadera agresión se deben, según Young, a que los misiles enemigos tendrán señales infrarrojas distintas a las que tiene ahora la cabeza nuclear ficticia, que además tiene un transmisor para ser detectado por los radares. «Como en las pruebas anteriores, la diferencia se mantiene en que se parte de la hipótesis de que la defensa tendrá un conocimiento anterior detallado de cómo aparecerán los objetos ante los interceptores, una posibilidad poco realista», dijo Young.