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MARÍA L. AZPIAZU-WASHINGTON Las autoridades de Estados Unidos reforzaron ayer hasta niveles extraordinarios todos los dispositivos de seguridad tanto dentro como fuera del país, ante el temor de que pueda cometerse un nuevo atentado terrorista de forma inminente. Los dispositivos, para los que se ha solicitado la colaboración de todos los estadounidenses tanto en casa como en el extranjero, se adoptaron poco después de que, el lunes por la noche, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) emitiera una nueva alerta general, ante lo que se dijo que es una amenaza «concreta y creíble».

«Concreta», al menos en el tiempo -las fuentes coinciden en señalar como fecha probable la de ayer, 12 de febrero- y «creíble» porque la amenaza, según el FBI, ha tomado forma a raíz de las entrevistas que agentes federales han tenido en la base de Guantánamo con los presos allí retenidos. Lo que no está claro son los posibles objetivos de este potencial nuevo atentado, ya que no es tan siquiera previsible que se lleve a cabo en el territorio de EE UU. Bien podría ser que se perpetrara contra objetivos estadounidenses pero, por ejemplo, en Yemen, de donde es el hombre identificado como el cerebro de la operación.

Se trata -según reiteró ayer desde San Antonio (Texas) el fiscal general de EE UU, John Ashcroft- de Fawaz Yaya al-Rabeei, un yemení de 22 años, que podría tener vínculos con la red terrorista Al Qaeda. Sin embargo, otras fuentes han indicado desde el anonimato que al-Rabeei no estaría vinculado al atentado contra el destructor estadounidense «Cole», cometido en el puerto yemení de Aden en 2000.