Uno de los palestinos abatidos ayer por la mañana por soldados israelíes en Beersheba.

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FRANCE PRESS-JERUSALÉN La escalada de violencia volvió ayer a Oriente Próximo, donde aviones de combate israelíes F-16 bombardearon el cuartel general de las fuerzas de seguridad palestina en Gaza, causando al menos 22 heridos, entre civiles y miembros de la seguridad y 'cascos azules'.

En uno de los bombardeos participaron tres aviones F-16 que dispararon dos cohetes contra un complejo de la seguridad palestina en la ciudad de Gaza, que ya fue atacado por Israel en otras cuatro ocasiones anteriormente. Se trata de un complejo que reúne las dependencias de varios organismos de seguridad, entre ellos de la «Fuerza 17» -la guardia presidencial de Yaser Arafat-, y de la Seguridad Pública.

El ataque es en represalia por el atentado palestino de ayer por la mañana contra un restaurante cercano la base militar israelí de Beersheba, en el sur de Israel, reivindicado por la organización fundamentalista Hamás. En el atentado perdieron la vida un hombre y una mujer israelíes y los dos extremistas palestinos responsables del ataque, abatidos por disparos israelíes poco después de que abrieran fuego contra el local, frecuentado por civiles y militares.

El portavoz israelí, Arieh Meckel, atribuyó al presidente palestino, Yaser Arafat, bloqueado por el Ejército israelí en Ramala desde el pasado 3 de diciembre, la responsabilidad del atentado por incitar frecuentemente a los palestinos al martirio.

Asimismo, el ataque se produce en un momento en que Israel continúa la búsqueda de activistas islámicos y coincide con la vuelta del primer ministro israelí, Ariel Sharon, a Tel Aviv después de un viaje oficial a Estados Unidos, en el que las autoridades de Washington anunciaron su intención de continuar presionando a Arafat para que luche contra el terrorismo, pero se negaron a ignorarle a nivel político.