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A. LAFUENTE-NUEVA YORK El histórico dirigente palestino Yaser Arafat agradeció ayer al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y a otros líderes mundiales el apoyo que han dado a la existencia de Palestina, pero se mostró muy moderado y advirtió de que la situación no es nada fácil. Arafat volvió a subir al podio de la Asamblea General de Naciones Unidas para reclamar un Estado independiente en el que su pueblo pueda vivir libremente.

En esta ocasión contaba con el apoyo que el sábado recibió de Bush, quien en ese mismo foro pronunció una de las declaraciones más claras que Washington, principal aliado de Israel, ha hecho hasta el momento en reconocimiento de un Estado palestino. Pero Arafat, que exige ese derecho desde los años 60, cuando se erigió en líder de la OLP, y que lleva diez años de negociaciones sin llegar a verlo cumplido, no se mostró excesivamente optimista ante el anuncio de EE UU. Luego acusó duramente a Israel y a su primer ministro, Ariel Sharon, de violar todos los derechos humanos y todos los acuerdos, y describió esas prácticas como «terrorismo de Estado».

Por su parte, el ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, animó anoche a EE UU a no exigir un cese total de la violencia en Oriente Medio como requisito previo para la reanudación del diálogo y anunció que este país ha asegurado a la UE que no prevé extender a Irak sus actuales operaciones militares.