TW
0
MARÍA LUISA AZPIAZU (WASHINGTON) El presidente de EE UU, George W. Bush, hizo ayer caso omiso de las críticas vertidas desde distintos sectores contra el trabajo de la CIA y, en una visita a su cuartel general en Langley (Virginia), reiteró su «plena confianza» en la Agencia Central de Información. La visita representa un claro intento de reforzar la moral del personal de la CIA en estas horas bajas en las que el presidente les animó a seguir trabajando contra el terror.

Algunos sectores clave de Estados Unidos, entre ellos el senador Richard Shelby, republicano por Alabama y vicepresidente del Comité de Inteligencia del Senado, han criticado el trabajo de los servicios de inteligencia y especialmente la forma en la que el director de la CIA, George Tenet, ha manejado esta situación. En opinión de Shelby, a Tenet «el trabajo se le ha escapado de las manos», por lo que el Gobierno debe replantearse su competencia para continuar en el puesto. «En estos momentos la CIA necesita una persona que realmente pueda manejarla, alguien de la estatura de Colin Powell o Donald Rumsfeld.

Sin embargo, Bush tiene «completa confianza y fe» en los líderes y en los funcionarios que trabajan en los servicios de inteligencia. Los terroristas «piensan que se pueden esconder, pero nosotros sabemos más», dijo Bush a los funcionarios, a los que recordó que tienen que estar preparados para lo que «será una larga lucha». El presidente reiteró en varias ocasiones que Estados Unidos tiene «el mejor servicio de inteligencia» del mundo y agradeció, en nombre propio y en el del pueblo de Estados Unidos, «el trabajo continuado y duro que realizan».

Desde el 11 de septiembre, las autoridades han detenido a más de 350 personas, aunque no se han presentado cargos contra ellos, y han advertido sobre posibles operaciones extremistas con uso de productos tóxicos. Los investigadores buscan a los colaboradores de los 19 hombres que tomaron el control de los aviones comerciales, y a falta de sospechosos, se ha recurrido a la sección del código penal que permite la detención de «testigos materiales», esto es, personas que puedan tener información valiosa sobre una actividad criminal aunque no sean sospechosas.

El temor a nuevos atentados mediante productos tóxicos ha llevado al Pentágono y varias universidades a volcarse en lograr una nueva generación de biodetectores avanzados. Los servicios de espionaje han identificado 24 países que poseen o desarrollan armas biológicas y cerca de 80 bacterias, virus y toxinas que podrían ser buscadas por los terroristas como arma.