Los paquistaníes presionan cada vez más a su Gobierno para que apoye a Bin Laden. Foto: REUTERS.

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AGENCIAS-KABUL/ISLAMABAD El Consejo de los Ulema no autorizará la extradición del multimillonario de origen saudí Osama Bin Laden si no hay pruebas concretas de su participación en los atentados perpetrados el pasado 11 de septiembre en Estados Unidos, sin importar las represalias que pueda tomar Washington por tal decisión. Según advirtió ayer uno de los teólogos que ha acudido a la capital, el mulá Mohamed Hasán, de la provincia de Paktika (este), «incluso aunque todo el territorio afgano sea devastado, no le entregaremos mientras no tengamos una prueba sólida en su contra».

Asimismo, la delegación enviada por Pakistán para pactar con los talibán la entrega de Bin Laden, abandonó ayer Kabul sin conseguir ningún avance. Los líderes de Pakistán, único país junto a Arabia Saudí que ha reconocido el régimen de los talibán, han advertido al líder espiritual de los talibán, el mulá Mohamed Omar, de que si no entrega a Bin Laden se arriesga a sufrir un ataque a gran escala por parte de Estados Unidos.

El Consejo de los Ulema, que reúne a cientos de dignatarios religiosos procedentes de las 32 provincias afganas, aplazó el encuentro de debía mantener ayer para decidir la suerte del millonario de origen saudí al menos hasta hoy, debido a la ausencia de algunos de los delegados, según indicaron fuentes de los talibán en el poder. Mientras tanto, el miedo a un ataque estadounidense en represalia por los atentados del pasado 11 de septiembre se extiende a ambos lados de la frontera afgano-paquistaní, donde se agolpan miles de personas que huyen de sus poblaciones ante el temor a un nuevo conflicto bélico en este devastado país centroasiático.

La reunión del Consejo de los Ulema no tiene aún una fecha fija, ya que podría celebrarse hoy o mañana. En este encuentro, los delegados deberán tomar una decisión fundamental para el desarrollo de los acontecimientos, dado que la no entrega de Bin Laden, principal sospechoso de los atentados perpetrados la semana pasada en Nueva York y Washington, supondría casi con seguridad el comienzo del ataque estadounidense contra Afganistán. Por el momento, el régimen talibán no ha decretado oficialmente la Yihad (Guerra Santa), pero ha advertido que lo hará caso de que se produzca el más que probable ataque estadounidense. Por el momento, lo que sí ha hecho es movilizar a más de 25.000 hombres en torno a la parte más activa de la frontera de Pakistán, así como grandes cantidades de armamento pesado y tanques.

Entre tanto, el miedo se extiende a ambos lados de la frontera. Los afganos temen que un nuevo conflicto cause, no sólo bajas entre la población, sino también una mayor desolación de la que ya padece el país tras 30 años de guerras. Además, el cierre de la frontera no ha hecho más que empeorar su situación. El temor de los paquistaníes tiene otro cariz, ya que si se cumplen las amenazas lanzadas por los talibán, Pakistán será el primer país que las fuerzas talibán intentarán bombardear, dado que el mulá Omar y sus seguidores han amenazado con bombardear a todos aquellos países vecinos que colaboren con los estadounidenses. Por otro lado, y dentro del ambiente bélico que vive la región, las fuerzas talibán lanzaron ayer una ofensiva de gran envergadura contra el distrito de Kalafgán, a 50 kilómetros al este de Taloqán, la capital de la provincia de Tajar (noreste).