El actual presidente sudafricano Thabo Mbeki.

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EFE-DURBAN La declaración final califica a la esclavitud de «crimen contra la humanidad», que, junto al tráfico de esclavos, fueron «espantosas tragedias en la historia de la humanidad, no sólo por su barbarismo aborrecible, sino también por su magnitud y naturaleza organizada». Destaca que las actividades esclavizadoras «son, y debieran haber sido siempre, crímenes contra la humanidad y constituyen las mayores causas y manifestaciones del racismo, discriminación racial y xenofobia». Afirma que los pueblos africanos y asiáticos y sus descendientes, así como las naciones indígenas, fueron las víctimas de esos actos y continúan siéndolo de sus consecuencias.

La Conferencia, señala el texto, consciente de la obligación moral de todos los Estados implicados, hace un llamamiento para que se tomen «medidas apropiadas y efectivas que detengan y reviertan las duraderas consecuencias de aquellas prácticas». Reconoce, asimismo, que esas «injusticias históricas» han contribuido a la pobreza, subdesarrollo, marginación, exclusión social, disparidades económicas, inestabilidad e inseguridad de muchos pueblos, especialmente en los países en desarrollo.

Los delegados de la UE y los países africanos llegaron a un acuerdo sobre los párrafos referidos a la esclavitud tras una maratón de reuniones que se prolongaron durante la noche y concluyeron poco antes del comienzo del acto de clausura. El consenso es visto como una solución de compromiso, ya que pese a aceptar la propuesta africana de que la esclavitud es un crimen contra la humanidad, los europeos sólo han expresado su pesar por el pasado. Además, consiguieron que la conferencia no considerara una reparación económica directa para los descendientes de las víctimas.

El otro contencioso de la conferencia, la situación en Oriente Medio, fue resuelto cuando la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) aceptó oficialmente el nuevo texto redactado por Dlamini Zuma. El texto reconoce el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y el derecho a todos los países de la región, incluido Israel, a la seguridad. La UE rechazaba los párrafos del borrador anterior que denunciaban a Israel como un «estado racista» y Zuma accedió a retirarlos, pero ello no conformó al bloque árabe, que manifestó entonces su insatisfacción por que se hubieran quitado «todas las referencias» al país.