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Veintiuna personas fueron detenidas ayer, en la tercera noche consecutiva de disturbios por motivos raciales entre grupos de jóvenes y la policía en la ciudad inglesa de Oldham, aunque los incidentes no fueron tan violentos como el pasado fin de semana. De esas 21 personas, 18 son jóvenes blancos y tres de origen asiático, arrestados por desorden público en las calles de la citada localidad del norte de Inglaterra.

La fuerte presencia de la policía impidió una mayor escalada de la violencia, que comenzó el pasado sábado cuando cientos de jóvenes asiáticos se enfrentaron con la Policía. Mientras cantaban consignas racistas, unos cuarenta jóvenes blancos lanzaron anoche piedras contra los agentes del orden, en tanto que dos bares sufrieron daños materiales, al igual que varios automóviles y algunas viviendas.

Ninguna persona resultó herida, a diferencia de los incidentes del sábado cuando quince agentes y diez civiles resultaron heridos. Según la policía, las medidas que se han tomado para evitar una escalada de la violencia han sido las «apropiadas». Una portavoz de la policía indicó ayer que los incidentes de Oldham son unos de los peores de carácter racial que se han registrado en este país en los últimos quince años.