Un palestino yace muerto bajo los escombros de un edificio destruido por cazas hebreos en Naplusa.

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EFE-JERUSALÉN El trágico recuento comenzó al mediodía en la ciudad israelí de Natania, donde un atentado perpetrado por un suicida palestino se cobró la vida de cinco civiles israelíes. Las víctimas israelíes, tres mujeres y dos hombre, se encontraban en el mercado central de esa ciudad costera, cuando ocurrió la explosión, de la que fue testigo de excepción uno de los guardias de seguridad del centro, que después detalló lo sucedido a los medios de comunicación. «Le miré a los ojos y él explotó», relató. «No le vi presionar ningún botón, nada. Simplemente explotó y desapareció. Vi como una gran bola de fuego rodeaba al hombre y humo», añadió. El atentado fue reivindicado por el Movimiento de la Resistencia Islámica (HAMAS), cuyo portavoz explicó que era su respuesta a la muerte de diez civiles palestinos en los últimos días. Los jefes de la organización armada aseguraron que «Israel recoge lo que siembra».

Tras el atentado, el primer ministro israelí, Ariel Sharón, convocó a los miembros de su gabinete a una reunión urgente, mientras su asesor de prensa, Raanán Guisín, se apresuraba a culpar al líder palestino, Yaser Arafat, del suceso. La Autoridad Nacional Palestina (ANP), por su parte, condenó «el asesinato de civiles inocentes, ya sean palestinos o israelíes» y apeló al Gobierno israelí a salir del actual ciclo de violencia.

Posteriormente, un grupo de palestinos mató a un joven colono judío e hirió de gravedad a su madre, al disparar contra el coche en el que viajaban por una carretera del distrito de Ramala. La respuesta israelí llegó una hora después, cuando el Ejército de ese país lanzó un ataque por tierra y aire contra objetivos palestinos en Cisjordania y Gaza. En estos ataques, el Ejército israelí utilizó aviones de combate «F-16» (hasta ahora, los israelíes habían empleado helicópteros de la Fuerza Aérea) desde los que lanzó misiles contra objetivos de seguridad en las ciudades cisjordanas de Ramala, Naplusa y Tulkárem, de donde era el palestino suicida, y la franja de Gaza.

Al menos nueve palestinos murieron y unos 45 resultaron heridos -cinco de ellos de gravedad- en los ataques registrados en la ciudad autónoma de Naplusa, donde fue bombardeado un edificio que alberga varios organismos de seguridad, entre ellos la cárcel central. En Ramala, donde fueron bombardeadas las instalaciones de la «Fuerza 17», la guardia presidencial de Arafat, murió otro palestino y al menos diez resultaron heridos.