La población de Beit Jala fue ayer objeto de un intenso bombardeo por parte israelí.

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ELÍAS ZALDÍVAR-JERUSALÉN La violencia se cobró ayer la vida de un dirigente de la Yihad (guerra santa) Islámica, acribillado a balazos por francotiradores israelíes en el pueblo de Irtaz, del distrito de Belén, y ayer la de un oficial de la seguridad palestina. Al menos 35 palestinos resultaron heridos en enfrentamientos armados entre milicianos y policías palestinos con el Ejército israelí, la mayoría de ellos en el distrito de Belén, como consecuencia del asesinato del conocido militante de la Yihad Islámica, Ajmed Jalil Ismail. Durante la incursión militar murió un miembro de Al-Fatah.

Por primera vez en Cisjordania desde la Intifada, ayer el Ejército de Israel invadió por unas horas un territorio controlado por la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el del pueblo de Bet Yala, en el distrito autónomo de Belén, donde los soldados hebreos libraron combates con militantes de diversos movimientos y con policías palestinos.

Algunos observadores en el sector pacifista, que condena esas incursiones, que aparentemente obedecen a una nueva política del Gobierno, temen un conflicto entre personal armado y civiles como el que afectó durante años, y hasta hace poco, al Líbano. «No tenemos intención ni interés en conquistar territorios (palestinos); actuamos para garantizar la seguridad, cuando así lo impone la situación, y regresar (a Israel)», dijo Ben Eliezer. Hasta la fecha, las Fuerzas Armadas de Israel sólo habían hecho incursiones en territorios de las zonas «A», a cargo de la ANP, en Gaza.

«Nuestro mensaje (a los palestinos) es simple: si no disparan, habrá calma, y si lo hacen, combatiremos», dijo ayer el coronel israelí Dani Ganz, comandante en Cisjordania de las tropas que invadieron Bet Yala tras varios ataques palestinos armados contra sus fuerzas -que no causaron bajas- en varios puntos de Belén. Ben Eliezer, brigadier y político del Partido Laborista en el Gobierno de Unidad Nacional del primer ministro derechista Ariel Sharón, responsabiliza al presidente de la ANP, Yaser Arafat, del continuo escalonamiento de la violencia.