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EFE-JERUSALÉN Israelíes y palestinos retoman ayer los contactos de seguridad para tratar de neutralizar la peligrosa escalada que se registró la pasada madrugada en un campo de refugiados de la franja de Gaza, en el que entraron tanques israelíes. Altos mandos de Israel y de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) se reunieron anoche en Herzlía, al norte de Tel Aviv, menos de veinticuatro horas después de que efectivos militares israelíes violaran la soberanía palestina por primera vez desde la firma de los Acuerdos de Oslo, en 1993.

Los militares palestinos e israelíes tratarán de frenar una escalada que podría acabar con las últimas esperanzas de paz en la región. Unas 500 personas quedaron ayer sin vivienda como consecuencia de las demoliciones que el Ejército israelí llevó a cabo en el campo de refugiados de Jan Yunes, en el que viven más de 120.000 palestinos.

Israel sostiene que milicianos palestinos usaban esas casas para lanzar granadas de morteros contra los asentamientos judíos vecinos, entre ellos el de Nevé Dekalim. La incursión israelí desencadenó una auténtica batalla entre decenas de soldados y más de 300 palestinos armados que respondieron al llamamiento del «muazín» de una mezquita aledaña, y en la que murieron un oficial médico de la Policía palestina y un civil.