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MAR MARÍN-MÉXICO Los comandantes zapatistas cumplieron ayer una de las metas del levantamiento de enero de 1994 y entraron en la Ciudad de México, pero no por la fuerza, sino para defender la «paz con dignidad» de los indígenas y recuperar el espíritu del Ejército del Sur, liderado por Emiliano Zapata.

El «Sub Marcos» y los 23 comandantes del EZLN se cargaron con la fuerza del «Caudillo del sur» en el estado de Morelos, cuna de Zapata, antes de seguir sus pasos para entrar en el corazón de México. Después de recorrer más de 3.000 kilómetros y atravesar doce estados del país, la caravana zapatista inició ayer la «toma» simbólica de la Ciudad de México, última fase del recorrido que comenzó el 25 de febrero en San Cristóbal de las Casas (Chiapas).

Los comandantes zapatistas recibieron una cálida bienvenida, aunque no tan multitudinaria como habría cabido esperar a su llegada a la Ciudad de México. Unas 3.000 personas esperaron durante horas en la plaza de Milpa Alta para ver al «Sub» y ofrecer al EZLN la misma hospitalidad que sus abuelos brindaron a las huestes de Don Emiliano.

«Marcos» aceptó la oferta e hizo un llamamiento a los habitantes de la Ciudad de México para que velen por la seguridad de la caravana durante su estancia, todavía indefinida, en la capital. El «Sub» llegó al Distrito Federal bajo la sombra de Zapata y la legitimidad que le concede el éxito de la iniciativa que, durante 14 días, ha concentrado a miles de personas para escuchar las demandas de este nuevo ejército del sur, que viaja desarmado y en son de paz.

El presidente de México, Vicente Fox, consideró ayer obligado un acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla zapatista porque no quedan alternativas, y advirtió que quien defraude las expectativas creadas lo pagará caro ante la opinión pública. Fox invitó al «subcomandante Marcos», a visitar la Residencia Presidencial cuando quiera para hablar de una salida al conflicto de Chiapas y de las necesidades de los indígenas de México.