El ataque de aviones estadounidenses y británicos provocó nueve heridos, según Bagdad.

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Unos 24 aviones de EE UU y del Reino Unido atacaron ayer un centro de mando y comunicaciones al sur de Bagdad, en el primer ataque desde hace dos años fuera de las zonas de exclusión aérea que ambos países mantienen sobre Irak. Tanto en Washington como en Londres, se resaltó que el ataque iba dirigido contra «objetivos militares» y tenía el fin de destruir hasta seis instalaciones que podrían «amenazar» a los pilotos aliados que patrullan las zonas de exclusión. Lo cierto es que el presidente norteamericano George W. Bush ha estrenado su mandato con un ataque de advertencia a Sadam Husein y muestra sus intenciones sobre cómo piensa llevar su política exterior.

Irak no reconoce estas zonas y desde hace tres años dispara con frecuencia contra los aviones que las patrullan. El presidente Bush afirmó desde San Cristóbal (México) que el ataque fue una «misión de rutina» para reforzar las dos zonas de exclusión aérea del norte y sur del país. Bush agregó que Estados Unidos pretende que el presidente iraquí, Sadam Husein, cumpla con los acuerdos para no fabricar armas de destrucción masiva. «Seguiremos muy de cerca los planes iraquíes de fabricación de armas de destrucción masiva y tomaremos las medidas apropiadas», señaló Bush en una conferencia de prensa conjunta con el presidente mexicano, Vicente Fox.

En Londres, un portavoz del ministerio británico de Defensa señaló que los iraquíes lanzaron más misiles tierra-aire contra la aviación aliada durante el pasado mes de enero que en todo el año 2000. «Teniendo en cuenta el significativo aumento en el número de ataques contra nuevos aviadores, no hemos tenido más remedio que intervenir para protegerlos», comentó el portavoz.

El Ministerio ruso de Defensa condenó en duros términos el ataque, mientras el departamento de Asuntos Exteriores se limitó a mostrar su «preocupación». «Lo que están haciendo los militaristas norteamericanos al inicio de la actividad de la nueva administración es un desafío a la seguridad internacional y a toda la comunidad mundial», afirmó el general Leonid Ivashov, director de Cooperación Internacional en el ministerio ruso de Defensa.