Ariel Sharon acudió ayer al Muro de las Lamentaciones.

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EFE-JERUSALÉN Un día después de imponerse a Ehud Barak con una aplastante victoría, Sharon pidió al director general del Likud, Uri Shaní, al ex ministro de Justicia y Economía, Yaacov Neemán, y al alcalde de Jerusalén, Ehud Olmert, que se encarguen de las negociaciones para formar una coalición lo más amplia posible. El Likud puede constituir una coalición estrecha de 58 diputados, a los que se pueden añadir varios tránsfugas y alcanzar la mayoría de 61.

Sin embargo, dicha coalición tendría una orientación de extrema derecha, lo que perjudicará la imagen del nuevo primer ministro ante la comunidad internacional. Para salvar ese inconveniente, Sharon instó a construir un Gobierno de unidad nacional la misma noche de su victoria, el martes, aunque se encuentra con un «problema logístico» porque los laboristas se han quedado sin liderazgo, después de que Barak anunciara su dimisión.

El Partido Laborista formó ayer un equipo para negociar con el Likud la formación de un Gobierno de unidad nacional y que integran los actuales ministros Benjamín Ben-Eliézer (Trabajo), Haim Ramón (responsable para asuntos de Jerusalén), Dalia Itzik (Medio Ambiente), el secretario general del Partido Laborista, Raanán Cohen, y los diputados Ofir Pines y Avi Yejézkel. La decisión de formar ese equipo fue tomada por Cohen, quien deberá presentarla hoy, para su ratificación, al Consejo Ejecutivo del Partido Laborista, y posteriormente a su grupo parlamentario.

Pero en el seno laborista hay serias divergencias entre los que prefieren quedarse en la oposición y los que prefieren formar gobierno con Sharon. La oposición, en este caso, la encabeza el ministro de Asuntos Exteriores, Shlomo Ben Amí, quien dijo que «la izquierda debe permanecer en la oposición y hacer examen de conciencia» hasta elegir a su nuevo presidente.