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ANTONIO RODRÍGUEZ - MIAMI Las recientes declaraciones del ministro cubano de Defensa, Raúl Castro, y del ministro de Exteriores, Felipe Pérez Roque, sobre el deseo de La Habana de iniciar una progresiva normalización de relaciones con Washington antes de que fallezca el presidente cubano, Fidel Castro, han provocado diversas interpretaciones en miembros del exilio cubano en EE UU.

Sin embargo, el único punto de acuerdo entre los distintos grupos de exiliados cubanos es que La Habana intenta jugar la baza del hipotético fallecimiento de Castro como elemento negociador con su vecino del norte, ya que, tal y como dijo Raúl Castro hace unos días, tras la futura muerte de Fidel Castro «todo será mucho más difícil».

El especialista en asuntos cubanos, Ernesto Betancourt, vaticinó que lo que desea Raúl Castro "hermano de Fidel y principal figura a la sucesión" «es poner algunos puntos de estabilidad (entre ambos Gobiernos) durante el régimen actual», ya que cuando él asuma el poder en Cuba, «los más jóvenes querrán negociar con Estados Unidos».

Por su parte, el profesor de Sociología de la Universidad de Nuevo México para asuntos de Cuba, Nelson Valdés, advirtió que negociar una vez muerto Fidel Castro «va a ser difícil, porque entonces habrá mayores diferencias de opinión entre la jerarquía cubana, mientras que con Fidel, existe un consenso que no se va a discutir mientras viva».