El ministro de Defensa italiano, Sergio Matarella (centro), visitó ayer a sus tropas en Kosovo.

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El ministro de Defensa sueco, Ulf Hammarstroem, contestó ayer a la carta enviada por su homólogo belga, André Flahaut, en la que le solicitaba una «estrategia global de la Unión» frente a la aparición de casos de cáncer, leucemia y otras dolencias en los soldados que participaron en las misiones de la OTAN en Bosnia en 1994 y 1995 y en Kosovo desde 1999.

«Dada la preocupación mostrada por numerosos gobiernos europeos por el 'síndrome de los Balcanes', resultado de la contribución de sus tropas en las operaciones de paz en la antigua Yugoslavia, sería útil disponer de una estrategia global de comunicación en la UE», explicó un portavoz del Ministerio de Defensa belga. «No hay evidencia científica de que haya una relación causa-efecto entre el uso de esta munición y los casos de enfermos registrados», insistió un portavoz de la OTAN, a la vez que aseguraba que se ha abierto una exhaustiva investigación.

Mientras, Belgrado aseguró ayer que las operaciones de la OTAN en 1999 causaron la contaminación por uranio empobrecido de cinco zonas de Yugoslavia fuera de Kosovo, según indicó ayer a la agencia Beta un alto responsable del Ejército yugoslavo. Estas zonas se encuentran en regiones del sur de Serbia, cerca de las ciudades de Presevo, Bujanovac y Vranje, pero también en la península montenegrina de Lustica, según el coronel Milan Zaric, responsable de la defensa atómica.

El denominado «síndrome de los Balcanes» ha originado una fuerte polémica en Italia tras las nuevas denuncias de muerte por cáncer de militares que sirvieron en Bosnia y Kosovo y la insistencia del Gobierno de que la Alianza Atlántica ocultó datos sobre la peligrosidad del armamento con uranio empobrecido.