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ANNE LEROUX - NIZA «La cumbre de Niza quedará en la historia de la UE como una gran cumbre por la amplitud y la complejidad de los problemas resueltos», afirmó en rueda de prensa su cansado y aliviado anfitrión, Jacques Chirac, presidente de Francia y de turno de la Unión. No obstante, coincidió, aunque no con estas palabras, con el primer ministro, Lionel Jospin, en que este «paquete equilibrado» cerrado en este balneario de la Costa Azul francesa no tuvo «quizás la ambición y el rigor que podíamos desear».

El canciller Gerhard Schröder de Alemania, el país más poblado y con el mayor PIB de los Quince, cuya primacía en la UE quedó ratificada en esta cita, se declaró «contento» con el acuerdo. En términos generales, todos los mandatarios expresaron su satisfacción, aunque los analistas señalan que los «cuatro grandes» salen reforzados, mientras los «pequeños» y «medianos» pierden peso. El acuerdo final se logró no sin sobresaltos de última hora, como el veto de Bélgica a una propuesta sobre el crucial reparto de votos en los Consejos de Ministros de una Europa ampliada a 27 miembros aceptada por los otros catorce, incluido Portugal que había co-liderado la rebelión de algunos «medianos» o «pequeños» contra «grandes».

La formula que salvó el pacto redujo un poco la distancia entre países más poblados -Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, con 29 votos cada uno-, y los «medianos» como Portugal o Bélgica, que acabó por conformarse con sus 12 votos, uno menos que Holanda, pero recibe dos escaños más que el resto de su «grupo» en el futuro Parlamento Europeo de 732 escaños.

Una cuestión que se modificó a última hora es lo que ha acabado reflejando la distancia entre los «cuatro grandes» y España: los votos necesarios para formar una minoría de bloqueo. El nuevo Tratado, que entra en vigor a partir del año 2005, establece que tres países grandes "uno de los cuales puede ser España" y uno pequeño podrán formar una minoría de bloqueo, ya que sumarán más de 88 votos, que son los necesarios para conseguirla.