Clinton, Barak y Arafat mostraron poco entusiasmo durante la «foto de familia».

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EFE - JERUSALÉN Los compromisos asumidos ayer por el presidente palestino, Yaser Arafat en Sharm el-Sheij han sido repudiados, no sólo por sus opositores del sector islámico y de la izquierda, sino hasta por sus leales seguidores del movimiento Al Fatah. «El acuerdo de Sharm el-Sheij (con Israel) no tiene piernas», declaró al difundir su contenido el presidente norteamericano, Bill Clinton, el jefe de la milicia armada de Al Fatah, Hasan A Shej.

Una de las obligaciones del septuagenario Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), es precisamente desarmar a la milicia de su movimiento, que desde hace más de dos semanas, y de forma abierta, participa en los choques con el ejército, la policía y los colonos de los asentamientos judíos de Cisjordania y Gaza. En medios de los organismos de seguridad de Israel existía la impresión de que «la calle palestina está desbordada y hay que ver si Arafat será capaz de calmar los ánimos». Palestinos e israelíes seguían manteniendo duros enfrentamientos tras llegar al acuerdo en Sharm el-Sheij.

Satisfecho con lo pactado con Israel por medio del presidente Clinton y otros mediadores, el ministro de Información de la ANP, Yaser Abed Rabo, dijo en Gaza que «acordamos la retirada inmediata de las fuerzas israelíes» a «sus posiciones de antes del 28 de setiembre pasado; el levantamiento del sitio impuesto a nuestros civiles y el levantamiento del bloqueo» a Cisjordania y Gaza.

«La 'intifada' continuará a pesar del acuerdo contra la ocupación israelí», aseguró Barguti, uno de los cercanos a Arafat, fundador hace más de cuarenta años de Al Fatah y su presidente vitalicio. Desde que estalló el levantamiento o «intifada de Al Aqsa», tras una visita del polémico general israelí Ariel Sharon a la Explanada de esa Mezquitas, sagrada para más de mil millones de musulmanes en el mundo, perdieron la vida en la represión más de 100 palestinos.