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EFE - FILADELFIA Los republicanos abrieron ayer, lunes, su convención en Filadelfia confiados en que su candidato presidencial George W. Bush ponga fin a ocho años del dominio demócrata de la Casa Blanca. Tras recibir anoche a sus 2.066 delegados con una fiesta de fuegos artificiales en la zona del río Delaware, en la frontera con el estado de Nueva Jersey, el Partido Republicano pone en marcha sus trabajos oficiales.

El líder de la Cámara de Representantes de EE UU, Dennis Hastert, como «presidente permanente» de esta convención, tendrá a su cargo la apertura de los trabajos y será uno de los pocos legisladores republicanos que se dirigirán a la asamblea. En momentos en que Bush quiere moderar la visión conservadora de su partido, sus asesores han limitado la participación de los congresistas, que por los últimos años han sido los principales portavoces de las posturas más extremas de la colectividad. Los líderes del Congreso, sin embargo, no han objetado que se haya limitado su presencia en la convención 2000, pues muchos coinciden en que las posibilidades de retener la mayoría en el Senado y la Cámara baja puede estar atada al mensaje de Bush. «En general, ellos están de acuerdo con la imagen de cambio que Bush le otorga al partido», dijo.

El senador Rick Santorum, sin embargo, sostuvo que aunque reconoce el avance continuo de Bush en las encuestas, piensa que el «elector es cada vez más independiente, por lo que tendremos que hacer nuestro propio esfuerzo para obtener votos».