El líder del Partido Democrático de Japón, junto a su secretario general muestran el ascenso obtenido en las elecciones.

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CARLOS DOMÍNGUEZ - TOKIO Los resultados de los comicios, cuya participación creció gracias a que las urnas estuvieron abiertas dos horas más de lo habitual, mostraron la preferencia ciudadana por el continuismo, para no echar por tierra los signos de recuperación económica que parecen aflorar tras años de crisis.

El PLD bajó de 271 a 233 escaños y aunque continúa siendo la fuerza política más votada del país, no logró por sí solo la mayoría absoluta de 241 asientos, por lo que necesitará más que nunca la colaboración de sus dos socios políticos, el Nuevo Komeito y los Conservadores.

Estas dos formaciones fueron las que más sintieron el revés electoral, al haber visto reducida la fuerza de sus diputados de 42 a 31 y de 18 a 7, respectivamente.

El PLD tendió su mano en octubre a ambos partidos y les acogió en el gobierno para hacerse a través de ellos con una mayoría en el Senado que no tenía.
En el bando de la oposición, el Partido Demócrata del ex profesor de matemáticas, heredero de una de las grandes fortunas niponas y de rancio abolengo político, Yukio Hatoyama, obtuvo el favor popular y creció un tercio al pasar de 95 a 127 escaños. Desde ahora la fuerza política de que disponen los tres partidos gubernamentales juntos es de 271 escaños en el hemiciclo de 480 asientos de la Cámara Baja, la más poderosa de la Dieta bicameral nipona.

Los dirigentes de la alianza han mostrado ya su voluntad de que el primer ministro Yoshiro Mori se mantenga en su sillón al frente del gabinete porque a pesar de sus frecuentes deslices semánticos de carácter nacionalista, se colmó uno de sus objetivos: lograr la mayoría absoluta que les anima a seguir unidos en la tarea de gobierno.

El PLD, gracias al Komeito y los Conservadores, retendrá en sus manos el control y la presidencia de las comisiones permanentes de la Cámara Baja, claves para el debate y tramitación de los proyectos de ley que proponga el gobierno.

Los electores japoneses han dado al todopoderoso PLD, que salvo un paréntesis de 10 meses ha monopolizado el gobierno de Japón desde su creación en 1955, un toque de atención para que saque adelante lo antes posible su compromiso de poner fin a la crisis económica más grave de los últimos 50 años.