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La empresa informática más grande del mundo, Microsoft, se enfrenta a un futuro incierto que podría pasar por una desmembración de la compañía después de que en la madrugada de ayer, inopinadamente, terminaran sin acuerdo las negociaciones con el Gobierno.

El juez Richar Posner, que desde hace cuatro meses actuaba como mediador entre Microsoft y el Gobierno de Estados Unidos, -que le acusa de prácticas monopolísticas-, anunció que las conversaciones habían terminado sin acuerdo. Microsoft y el Gobierno intentaban llegar a un punto de entendimiento para evitar un dictamen judicial que, a juzgar por las opiniones preliminares expresadas por el juez que entiende el caso, Thomas Penfield Jackson, sería contrario a los intereses de Microsoft.

Los expertos aseguran que la insistencia en unir Windows con el navegador Explorer es el centro de toda la disputa. Tras el final de estos intentos de mediación, es previsible que el juez Jackson haga públicas sus conclusiones sobre el caso la próxima semana. Se desconoce si entre este momento y el próximo día 7 de abril, que es la fecha en la que se cumple el ultimátum dado por el juez, hay espacio para más intentos de acercamiento o no.

La empresa de Bill Gates teme tanto un posible fallo que ordene el fraccionamiento de Microsoft como las demandas de indemnización que puedan presentar sus competidores heridos por el monopolio. A juzgar por el fallo preliminar que el juez Jackson hizo público el pasado mes de noviembre, lo más probable es que en su dictamen considere que Microsoft ejerce un monopolio nocivo que lesiona los intereses de las empresas que compiten con ellos en el mercado de los sistemas operativos.

Ahora quien tiene la palabra es el juez Jackson y todo parece indicar que podría poner en marcha la división de la empresa, una solución ya adoptada anteriormente para solucionar monopolios de empresas energéticas y telefónicas, aunque el proceso puede durar entre dos y tres años.