Soldados de la Armada nigeriana detienen un coche en un control, abierto sólo unas horas, tras restringirse el tráfico por los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes.

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EFE - LAGOS Al menos 300 personas murieron en los enfrentamientos entre grupos de cristianos y de musulmanes registrados esta semana en Kaduna, en el centro de Nigeria, dijo ayer el portavoz de un grupo humanitario local.

Sam Sen Baku, de la organización de defensa de los derechos humanos Proyecto Civil Constitucional (CCP, según sus siglas en inglés), se remitió a versiones de representantes de ese grupo en la ciudad, «con los que estamos en permanente contacto telefónico».

«Nuestra gente dice que es posible que el número de muertos sea aún mayor, pero que no lo podrán confirmar hasta que puedan visitar algunas zonas donde se produjeron actos de violencia y a las que todavía no han tenido acceso», precisó.

Originario de Kaduna y de religión cristiana, Sen Baku dijo que la población de la ciudad sigue aterrorizada por la espiral de masacres y puso el ejemplo de su propia madre, residente en el perímetro urbano y «que permanece desaparecida desde el lunes», cuando se iniciaron las matanzas. «Esta mañana he hablado con mi padre y me ha dicho que no cree que le haya pasado nada. Seguramente se habrá refugiado en casa de alguna amiga. Pero no lo sabremos hasta que aparezca. La confusión es total», explicó. Los enfrentamientos se desataron después de que un grupo de musulmanes tratara de impedir una manifestación de miles de cristianos, convocada para protestar por la intención de los mahometanos de imponer en la localidad la «sharia» o Ley Islámica.

Jóvenes armados con cuchillos, machetes y armas de fuego comenzaron por enfrentarse en las calles para, al caer la noche, ir «casa por casa» de los barrios de la comunidad rival en busca de víctimas. Iglesias y mezquitas fueron asaltadas y masacradas las personas que habían tratado de encontrar refugio allí, mientras viviendas, tiendas y automóviles fueron incendiados.

Las autoridades desplegaron el martes fuertes contingentes policiales, que patrullan desde entonces por la localidad, donde la tensión seguía siendo alta más de 72 horas después de iniciarse unos disturbios de virulencia desconocida en la historia de la zona.