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El Boeing 727 de la línea aérea afgana Ariana que fue secuestrado ayer con más de 160 personas a bordo tomó tierra anoche en el aeropuerto Sheremétievo-1 de Moscú antes de seguir su odisea, presumiblemente a Londres. El avión aterrizó a las 19.55 (hora española), después de 15 horas de periplo por tres países de la antigua Unión Soviética, con escalas en Taskent, capital de Uzbekistán, y Aktiúbinsk, Kazajistán. Fuerzas de asalto de la unidad especial antiterrorista «Alfa» que fueron puestas en alerta máxima tras la entrada de la aeronave en el espacio aéreo de Rusia rodearon inmediatamente el aparato. Los sistemas de defensa antiaérea también siguieron la ruta del Boeing 727 durante todo su vuelo sobre Rusia.

«Desde el avión han pedido 181 raciones de comida y el total suministro de combustible» al aparato, informó la agencia Interfax, que citó portavoces del departamento de Transporte Aéreo. Los secuestradores, de un grupo anti-talibán, entre seis y veinte de acuerdo con varias versiones oficiales uzbekas, kazajas y afganas, liberaron a diez pasajeros en Tashkent y a otros tres en Aktiúbinsk.

En esta última ciudad, los piratas aéreos dejaron libre a una persona que tuvo que ser atendida por una cardióloga tras sentirse mal y a dos hermanos suyos. Desviado cuando hacía el vuelo 508 de Kabul a Mazar-i-Sharif, al norte de Afganistán, el avión perdió contacto con la torre de control y al principio se temió que hubiera sufrido un accidente.

La aeronave desapareció misteriosamente y surgió de nuevo en poder de los secuestradores que amenazaron en Taskent con hacer estallar una bomba. Testimonios de diez pasajeros liberados en Taskent revelaron que los terroristas eran seis, armados con pistolas, granadas de mano y cuchillos, comandados por Gula Aja, del Frente Islámico Nacional afgano, que se opone al régimen talibán.