Chávez, en una inesperada declaración al país, se presentó como paladín del Estado de Derecho.

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El proceso de cambio en Venezuela pasó su primera prueba con el acuerdo logrado por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y el Congreso, con mediación de la Iglesia Católica, para iniciar una nueva etapa de «no confrontación» que sustituya a la «coexistencia». El acuerdo siguió a los primeros disturbios de consideración registrados en Caracas, cuando simpatizantes de Hugo Chávez atacaron a parlamentarios de oposición que trataban de acceder al Congreso, que se saldaron con unos 30 heridos leves y que requirieron de la intervención policial. El acuerdo entre el poder legislativo constituido y la Constituyente liquida definitivamente el «pacto de coexistencia» consensuado cuando la ANC decretó hace dos semanas la reorganización de los poderes del «moribundo» Estado venezolano.

La oposición al presidente venezolano, Hugo Chávez, aprovechó el conflicto de poderes para sacar por primera vez a la calle a sus simpatizantes desde que el Polo Patriótico la derrotó sin paliativos en las elecciones para la ANC, el 25 de julio.

El reto planteado el pasado martes a la ANC por la comisión delegada del Congreso al convocar una sesión extraordinaria de las dos cámaras para ayer derivó en los primeros, aunque leves, enfrentamientos entre partidarios de la disminuida oposición y del mayoritario «chavismo». Los alrededores de la sede del Congreso, prestada a la ANC durante el periodo de vacaciones del legislativo, concentraron a varios centenares de personas y se produjeron peleas e incidentes que dejaron una treintena de heridos leves, y que obligaron a intervenir a las fuerzas de seguridad.

El acuerdo establece un «compás de espera» en el que el diálogo entre el legislativo y el constituyente intentará restañar las heridas causadas al Parlamento al disminuir la ANC las prerrogativas y las funciones propias del Congreso.