El nuevo monarca alauita pidió a su pueblo que continúe con la actividad normal.

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La llegada el domingo a Rabat del presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, para asistir a los funerales de Hasán II y el afecto con que saludó al nuevo rey Mohamed VI de Marruecos, estuvieron entre los gestos más comentados de una jornada marcada por las visitas y los pésames de decenas de jefes de estado.

Al terminar las exequias fúnebres, Buteflika declaró que «siempre pensé que nuestras relaciones iban a mejorar algún día, y es lo que he comenzado a hacer con el difunto Hasán II y lo que continuaré haciendo con el mismo ardor y el mismo fervor con el rey Mohamed VI».

El presidente argelino aseguró compartir con Hasán II «muchos puntos de vista en lo referente a la edificación del Gran Magreb, y estaba previsto una cumbre (con él) antes de fin de año».

Poco después de hacer estas declaraciones, el ministro del Interior marroquí, el poderoso Dris Basri, que fue brazo derecho de Hasán II en las dos últimas décadas, se reunió en privado con Buteflika, en otro gesto que no escapó a los observadores en Rabat. Buteflika, que tras tres meses en el poder ha propiciado medidas aperturistas en política interior, también ha realizado frecuentes declaraciones conciliadoras con Marruecos, y se comentaba en Rabat que pensaba reunirse en breve con Hasán II en la frontera.

Marruecos decretó el cierre de su frontera con Argelia en agosto de 1994, como medida de «castigo» por el asesinato de dos turistas españoles en un hotel de Marrakech a manos de un grupo integrista, que en Rabat siempre se creyó organizado por los servicios secretos argelinos.

Aquella no fue sino la gota que desbordó el vaso de las relaciones entre dos países que siempre se han disputado la supremacía en el Magreb y el liderazgo dentro de Africa, desde los años sesenta en que Argelia apadrinaba todos los movimientos de liberación africanos y Rabat, siempre aliado de occidente, se alineaba con países alejados de la órbita soviética.