Las fuertes medidas de seguridad evitaron que el tradicional desfile unionista de la Orden de Orange registrara incidentes graves.

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EFE - BELFAST Miles de hombres vestidos con los tradicionales trajes negros, con sombreros hongo y bandas naranjas pertenecientes a diversas sociedades orangistas de Irlanda del Norte participaron en el desfile, mientras un numeroso público les aplaudía a su paso y llenaba el recinto de la iglesia de Dumcree. El controvertido desfile marchó en esta ocasión sin el tradicional estruendo de tambores y flautas y sólo una banda de acordeones se escuchó a su paso, que estuvo marcado por el sonido de un solo tambor.

Antes de comenzar la marcha, representantes de la Orden de Orange y políticos protestantes locales hicieron numerosos llamamientos contra la violencia y algunos expertos opinan que ha sido el más pacífico de los desfiles celebrado en los últimos años. Una delegación de una sociedad orangista de Portadown se dirigió a la barrera de metal de unos seis metros de altura instalada por soldados del Ejército británico y que separa la ruta del desfile de Garvaghy Road, para entregar una carta de protesta contra la orden de la Comisión de Desfiles del Ulster de prohibir que la marcha pasara por ese barrio.

En su mensaje de protesta, la delegación pedía explicaciones de por qué se les había impuesto esa prohibición y daban al primer ministro británico, Tony Blair; su ministra para Irlanda del Norte, Mo Mowlam, y al jefe de la Policía norirlandesa, Ronnie Flanagan, un plazo hasta media tarde para responder. El desfile estuvo rodeado de fuertes medidas de seguridad, con unos 2.000 soldados y agentes de policía con vehículos blindados y equipo antidisturbios, elevadas barreras -de hasta 6 metros de altura- y alambradas de espino para impedir la entrada en Garvaghy Road.

SÍMBOLO
La marcha terminó en la parroquia de Dumcree, donde el reverendo John Pickering manifestó ante la multitud que «los rollos de afilado alambre que veo a lo largo de los campos desde la iglesia y la barrera metálica en la carretera, es una vez más este año el símbolo de las tristes divisiones en Irlanda del Norte». Este año, como el pasado y con el fin de evitar enfrentamientos entre protestantes y católicos, la Comisión de Desfiles de Irlanda del Norte ha desviado ese tramo del itinerario de la marcha de Portadown, que se celebra en conmemoración de los norirlandeses que murieron en batalla del Somme, en 1916.

Mientras, el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, pidió al Ejército Republicano Irlandés (IRA) que se comprometa formalmente a entregar las armas para convencer a los unionistas protestantes del Ulster, que se definieron ayer como «poco optimistas» sobre el compromiso propuesto el pasado viernes en Belfast por Ahern y el primer ministro británico, Tony Blair.