Alrededor de 200 reservistas del Ejército yugoslavo bloquearon ayer el acceso a Kraljevo, para reclamar los sueldos que aún no han cobrado.

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JULIA ARÉVALO - BELGRADO La incapacidad de la Fuerza de paz para Kosovo (KFOR) para evitar la ola de asesinatos, secuestros, maltratos y saqueos a los serbios por parte de los albaneses suscita duras críticas en Belgrado. Kosovo vivió ayer su peor jornada de violencia desde el final de la guerra, con 14 asesinatos y saqueos generalizados a comercios y propiedades serbias, coincidiendo con la visita del secretario general de la OTAN, Javier Solana, a Pristina.

Nebojsa Vujovic, el «enlace» de Belgrado con la misión de la ONU en Kosovo, instó esta semana a la KFOR a cerrar a cal y canto las fronteras de Kosovo con Albania para contener la entrada de «terroristas» albano-kosovares. Por esas fronteras están volviendo cada día decenas de miles de albano-kosovares a Kosovo, sin esperar a la «operación retorno» que la ACNUR había organizado para los 900.000 refugiados a partir del primero de julio. Hasta ahora, han regresado 300.000 personas, de ellas casi la mitad desde Albania. Vujovic reclamó también que la ONU ponga en funcionamiento cuando antes su cuerpo de policía para Kosovo, de modo que se contengan los asesinatos, secuestros, maltratos y saqueos a los serbios por parte de los albaneses.

«Los errores que cometió la KFOR al principio de su misión, al dejar que entraran en Kosovo las bandas de albaneses armados» y que acosen a los serbios «sólo se pueden corregir empleando todos los medios previstos contra el crimen organizado y el terrorismo», opinaron los liberales del opositor Vuk Draskovic. De acuerdo con los liberales de Draskovic, a los terroristas no se les dan plazos «para que depongan armas y cesen sus acciones criminales».

La KFOR firmó el pasado domingo un pacto con el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) que da a la guerrilla 90 días para entregar sus armas pesadas y automáticas y guardar sus uniformes. El pacto fue suscrito justo después de que abandonaran Kosovo todos los efectivos del Ejército de Yugoslavia y la Policía serbia y, con ellos, decenas de miles de civiles asustados.