Monica Lewinsky regresó a California tras declarar ante los fiscales de Washington.

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RAFAEL CAÑAS - WASHINGTON El Senado norteamericano votó ayer dos mociones sobre el proceso contra el presidente Clinton y las dos fueron contrarias a los intereses del inquilino de la Casa Blanca. Sin embargo, para destituir al presidente se necesitan dos tercios del Senado, es decir 67 votos, y la disciplina que mostraron ayer los demócratas (sólo hubo un voto tránsfuga) puso sobre la mesa lo que ya se sabía: que no hay votos para destituir a Clinton.

«Las votaciones demuestran concluyentemente que el presidente no puede ser destituido. Es el momento de acabar con esto», afirmó el líder de la minoría demócrata, Tom Daschle, inmediatamente después de las votaciones. Daschle tendió la mano a los republicanos y dijo que, visto que la destitución no es factible, respaldará una moción de censura -que no tendría consecuencias prácticasen contra del presidente.

«La conducta del presidente fue indefendible, pero no merece la destitución», señaló el líder de los senadores demócratas. A partir de ahora, Daschle y el líder de la mayoría republicana, Trent Lott, deben negociar cómo se desarrollarán las declaraciones de los testigos.

Los testigos que serán citados son Mónica Lewinsky, Vernon Jordan (amigo personal de Clinton) y Sidney Blumenthal (asesor de la Casa Blanca). Lott explicó, antes de la votación, que la decisión de ayer «no se refiere aún a llamar a los testigos, sino a tomarles declaración para ver qué tienen que decir y tratar de responder a algunas inexactitudes del sumario».