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El trágico secuestro de un grupo de occidentales en Yemen que se saldó con la muerte de cuatro de ellos parece más bien un conflicto interno, sin relación con el terrorismo internacional, contrariamente a lo que intentan probar las autoridades yemeníes y Estados Unidos, según estiman varios diplomáticos y analistas en Sanaa.

Desde que los 16 turistas estadounidenses, británicos y australianos fueron secuestrados el pasado 28 de diciembre, las autoridades han descrito a sus secuestradores como fanáticos musulmanes con apoyo extranjero. El grupo, la Yihad Islámica, pidió el levantamiento de las sanciones impuestas a Irak, y proyectaba atentados antiestadounidenses y antibritánicos en Adén (sur), según las autoridades.

Por su parte, Estados Unidos envió a diez agentes de la Oficina Federal de Investigación (FBI) a Yemen para intentar determinar un posible vínculo entre los secuestradores y el islamista Usama ben Laden. Según el diario británico «Sunday Telegraph», el FBI tiene la prueba de que los secuestradores de turistas occidentales en Yemen fueron entrenados en campos dirigidos por Ben Laden.

Después de la muerte de cuatro rehenes, asesinados según los supervivientes durante el tiroteo que se desencadenó al iniciarse la operación de rescate, los responsables yemeníes aseguraron que los secuestradores empezaron a ejecutar un rehén a cada hora que pasaba, para intentar que sus demandas fueran satisfechas.