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Castro, de 72 años, se dirigió a la nación desde el antiguo Ayuntamiento de Santiago de Cuba, 1.000 kilómetros al este de La Habana, en el acto central de la efemérides revolucionaria. El acto político y cultural comenzó a las 21:00 horas locales (las cuatro de la madrugada en España) y fue trasmitido en directo por la televisión cubana y las ondas internacionales de Radio Habana Cuba.

Asistieron, además de la población local, personalidades invitadas al taller internacional «Cultura y Revolución a 40 años de 1959», entre ellas el Premio Nobel de Literatura 1998, el portugués José Saramago, y el pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.

«Esta vez los mambises entrarán en Santiago», había anunciado Castro hace cuatro décadas en alusión a que las tropas estadounidenses no permitieron en 1898, cuando Cuba se independizó de España, la entrada a la ciudad de los combatientes patriotas.

Castro, hijo de un emigrante español de la norteña Galicia que fue soldado del Ejército colonial y de una cubana, terminaría instaurando el único Estado comunista del hemisferio occidental, y hoy es uno de los gobernantes más veteranos del mundo, sólo superado por el rey Husein de Jordania.

En la madrugada del 1 de enero de 1959, el general Fulgencio Batista, que había gobernado Cuba con mano de hierro desde el año 1952, había abandonado el país para refugiarse en la República Dominicana.

Castro, que apenas dos años antes había desembarcado en el Oriente cubano al mando de 82 guerrilleros, se enteró por Radio Progreso de La Habana de la huida de Batista.

«Hay que asaltar Santiago sin más demora. Si son tan ingenuos que creen que con un golpe de Estado van a paralizar la Revolución vamos a demostrarles que están equivocados», dijo el líder cubano según el testimonio del periodista -luego exiliado- José Pardo Llada en la revista «Bohemia».

Castro se refería a los intentos del entonces jefe del Ejército, general Eulogio Cantillo, de instaurar un directorio militar que sustituyera a Batista.