Netanyahu y Arafat se estrecharon la mano antes de reunirse con Clinton.

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RAQUEL ORTEGA - JERUSALÉN La visita del presidente estadounidense Bill Clinton, que concluyó ayer, dejó en evidencia al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y fue un éxito para el líder palestino, Yaser Arafat, aun cuando fracasara la reunión tripartita de ayer por la mañana.

En esa reunión, y pese a la insistencia de Clinton y de Arafat, Netanyahu se negó a seguir aplicando el Acuerdo de Wye que firmaron el pasado 23 de octubre «hasta que los palestinos cumplan todos sus compromisos», dijo. Tras la reunión, que tuvo lugar en el paso fronterizo de Erez que separa a Israel de la franja palestina de Gaza, los gobernantes de ambas partes se dirigieron acusaciones y exigencias mutuas.

Según Netanyahu, Arafat -presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP)- no ha cumplido, entre otros, el compromiso de poner fin al terrorismo y la instigación a la violencia, no requisó las armas ilegales en poder de su pueblo e insiste en declarar en forma unilateral un Estado independiente. Arafat, a su vez, acusa a Netanyahu de no cumplir su parte del Acuerdo de Wye al no llevar a cabo la segunda fase de la retirada de su Ejército de zonas rurales de Cisjordania en la fecha prevista, el próximo día 18, ni liberar a los más de 3.000 presos de su pueblo que siguen en las cárceles israelíes.

El presidente de la ANP logró que el lunes el Consejo Nacional Palestino (CNP, «Parlamento en el exilio») anulara, en presencia de Clinton y por exigencia de Netanyahu, las cláusulas de su Carta (especie de «Constitución») que instaban a la lucha armada y la destrucción de Israel.

Pero Netanyahu no hizo ningún «gesto de buena voluntad» en respuesta, sino que se mantuvo en sus trece y continuó con sus exigencias a los palestinos.