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Los ‘Acuerdos de Viernes Santo’, llamados así porque se firmaron ese día, supusieron el principio del fin del conflicto entre Irlanda del Norte y el Reino Unido y ya es casualidad que el ‘Acuerdo del Día del Orgullo’ quede en el calendario para recordar durante los próximos añostodo lo que el PP tuvo que ceder en su programa para que Marga Prohens pueda ser presidenta del Govern sin tener a nadie de Vox merodeando por las conselleries. El partido de extrema derecha saca pecho,    consciente de que ha logrado imponer su relato de vencedores y vencidos, pero ya se verá cómo acaba este proceso que está en su embrión. De momento, Vox ha perdido cargos y presencia pública y el PPha perdido apartados de su programa electoral, que se han volatilizado en el aire para hacer hueco a las propuestas duras y reaccionarias de Vox. En estos cuatro años, Prohens tendrá que hacer lo que dice Vox si quiere seguir haciendo lo que quiere el PP.

Los acuerdos mantienen intactas las exigencias del partido de Santiago Abascal, solo que ahora han quedado más camufladas en medio de un marasmo de propuestas del programa electoral del PP. Leer todo el ideario de Vox de corrido, en un documento de tres folios, deja sin aire físico y mental; camuflar los tres folios en un documento de más de 18 hace que sea más digerible ir de soflama en soflama en lugar de leerlas todas de carrerrilla. Pero ahí están, a la espera de que se cumplan.

En esas 110 medidas está el ideario de Vox y el folclore de Vox y se adivina que en la redacción final ha influido mucho el factor humano. La referencia a que los menores puedan acudir con sus padres a las corridas de toros lleva inmediatamente a la fotografía de Jorge Campos con sus hijos en una corrida de toros en la que fue después multado por la alevosa izquierda. Más allá de esta extravagancia, el factor humano ha pesado mucho en este acuerdo. Vox necesitaba vencer porque la mayor parte de quienes están ahora en un cargo institucional estuvieron antes en el PP. De allí se fueron de malas maneras, humillados algunos, despreciados otros por aquellos poderosos dirigentes del PP, que aplaudieron la marcha de quienes ahora les marcan el paso.

Vox es una spin off del PP y eso explica muchas cosas. Una es que, para los dos partidos, este sea el acuerdo lógico y natural, el pacto al que están abocados, frente a otras extravagancias, esta vez de la OCB,    que planteó una abstención de la izquierda que no hubiera servido para nada. También explica esa necesidad de los dirigentes de Vox de exhibir su triunfo, de pasear por el Parlament con aire de victoria. Esta vez son ellos quienes tienen la sensación de que han humillado a quienes les despreciaron en su momento.